Leer en la Universidad
La lectura tiene uno de sus críticos males: los docentes se quejan de que los estudiantes no leen y lo poco que leen no lo comprenden. El círculo vicioso pasa por la primaria, la Universidad le echa la culpa al bachillerato y en la Educación Superior se le lanza el problema a los profesores de Expresión Oral y Escrita de primer semestre, y el mal sigue ahí. Entonces es cuando se deduce que el acto de leer nunca termina, no está escriturado a una materia o asignatura sino que es un compromiso de todos.
Hay quienes creen que por llegar a la Universidad se acaba el fomento de la lectura dado que la Educación Superior exige otros modos y ritmos de leer. No hay tal. Precisamente es cuando más hay que promover la lectura con algunas estrategias concretas para esos ritmos y modos. Por ejemplo, Goodman afirma que hay que leer con estrategias cognitivas generales ( iniciación, muestreo, selección, inferencia, predicción) y es claro que la secundaria no hizo esto; no vamos a creer que los formó en la concepción de leer para vivir. La lectura como parte de la educación es algo que no puede seguir torturando al estudiante porque le cuesta trabajo leer para un pénsum.
¿Cómo promover la lectura en la Universidad? Desde el primer semestre - y hasta el último - no haciendo la típica prueba Icfes sino encantando a los estudiantes con buenos textos, especialmente literarios para perfilarlos hacia el mundo de los libros que van a encontrar en el ámbito universitario. ¿Quién lo hace? La Universidad con su política propia de lectura y el referente teórico, conceptual. No es hacer talleres a la lata; es fijar los planes y programas con metas específicas de manera transversal. En otras palabras, la lectura debe dar cuenta de ella como objeto de enseñanza, como un medio para adquirir conocimiento y un fin para la vida universitaria y profesional en el camino hacia la formación de lectores adultos.
¿Cómo se desarrollarían esas políticas? Con los Comités y Círculos de lectura o los fans de un autor con el propósito de que leer no sea un asunto de tareas ni para responder cuestionarios sino que sea un paso liberador, como lo propone Eliana Yunes, investigadora brasileña, para " no aumentar el fardo de nuestras limitaciones". A la lectura hay que crearle sus espacios y algunas universidades ya lo entendieron y están iniciando o avanzando en esos procesos para que los estudiantes sí lean y superen la interpretación y lleguen a niveles de inferencia y proposición. La Universidad requiere bibliófilos, no bibliófobos.
Hay quienes creen que por llegar a la Universidad se acaba el fomento de la lectura dado que la Educación Superior exige otros modos y ritmos de leer. No hay tal. Precisamente es cuando más hay que promover la lectura con algunas estrategias concretas para esos ritmos y modos. Por ejemplo, Goodman afirma que hay que leer con estrategias cognitivas generales ( iniciación, muestreo, selección, inferencia, predicción) y es claro que la secundaria no hizo esto; no vamos a creer que los formó en la concepción de leer para vivir. La lectura como parte de la educación es algo que no puede seguir torturando al estudiante porque le cuesta trabajo leer para un pénsum.
¿Cómo promover la lectura en la Universidad? Desde el primer semestre - y hasta el último - no haciendo la típica prueba Icfes sino encantando a los estudiantes con buenos textos, especialmente literarios para perfilarlos hacia el mundo de los libros que van a encontrar en el ámbito universitario. ¿Quién lo hace? La Universidad con su política propia de lectura y el referente teórico, conceptual. No es hacer talleres a la lata; es fijar los planes y programas con metas específicas de manera transversal. En otras palabras, la lectura debe dar cuenta de ella como objeto de enseñanza, como un medio para adquirir conocimiento y un fin para la vida universitaria y profesional en el camino hacia la formación de lectores adultos.
¿Cómo se desarrollarían esas políticas? Con los Comités y Círculos de lectura o los fans de un autor con el propósito de que leer no sea un asunto de tareas ni para responder cuestionarios sino que sea un paso liberador, como lo propone Eliana Yunes, investigadora brasileña, para " no aumentar el fardo de nuestras limitaciones". A la lectura hay que crearle sus espacios y algunas universidades ya lo entendieron y están iniciando o avanzando en esos procesos para que los estudiantes sí lean y superen la interpretación y lleguen a niveles de inferencia y proposición. La Universidad requiere bibliófilos, no bibliófobos.
1 Comments:
At 7:59 p.m., Anónimo said…
en estos momentos la cultura lectora se a disminuido sobre todo en los jovenes por falta de incentivos de los maestros hacia los alumnos. no es facil para un joven que desde pequeño no lo acostumbraron a leer llegar a una univercidad y empezar a leer temas que no entiende
Publicar un comentario
<< Home