Diario del Profe

Pedagogía y literatura

lunes, junio 02, 2014

Didáctica de la convivencia escolar


Nota: este texto se escribe a manera de ensayo con el fin de contribuir a la discusión local, nacional e internacional, sobre la problemática que se evidencia hoy en día en la escuela: la convivencia escolar.




EL CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS COMO EJE PARA LA CONVIVENCIA Y CIUDADANÍA ESCOLAR

La educación del siglo XXI  exige abordar una pedagogía para la convivencia y la ciudadanía. Y esa pedagogía parte del cumplimiento de las normas como un requisito para poder convivir. Hay crisis en las aulas por conflictos de relaciones entre los jóvenes. La diversidad cada día se enfrenta a enormes dificultades. La autoridad como sentido común pierde valor y respeto ante los embates de las actitudes de los estudiantes, padres de familia, las mismas autoridades institucionales. La mentira, el engaño, la trampa, el irrespeto se han vuelto costumbres malsanas que de paso no acatan normas para convivir afectando un clima de trabajo agradable. Delors, en el capítulo de Los cuatro pilares de la educación, considera que aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás, es “desarrollar la comprensión del otro…realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos respetando los valores del pluralismo, comprensión mutua y paz” (1996: 35). Esto quiere decir, entre otras cosas, que la convivencia y ciudadanía van más allá de la misma escuela, del aula se pasa a escenarios más comunes  y complejos a la vez siempre mirando el mundo desde la diversidad. La escuela abre el camino de la ciudadanía en el contexto de la pluralidad para fortalecer la dignidad humana.

En el caso expuesto, se parte del concepto de convivencia como “Convivir  implica acatar normas compartidas y generar y respetar acuerdos…Cumplimiento de normas no sólo legales sino también sociales, y tolerancia configuran convivencia y generan confianza  (Corzo, Mockus, 2003:13). Por consiguiente, es necesario que las instituciones pongan en práctica un clima de confianza a partir de principios y valores muy pertinentes que la fomenten y la vivencien, al igual que  la asunción de la norma como algo que enmarca rutas  hacia la concreción de la ciudadanía, y desde luego, tener muy claro ese sentido común de las razones por las que se asumen las reglas.

Ahora bien,

Aprendimos cómo comportarnos en sociedad: qué creer y qué no creer; qué es aceptable y qué no lo es; qué es bueno y qué es malo; qué es bello y qué es feo; qué es correcto y qué es incorrecto: ya estaba todo allí: todo el conocimiento, todos los conceptos y todas las reglas sobre la manera de comportarse en el mundo “(Ruiz, 2001: 25). “ Tan pronto como estamos de acuerdo con algo, nos lo creemos. El resultado es que nos rendimos a las creencias mediante nuestro acuerdo “(Op.cit.:27).


 Para el alcance de resultados  hay que fomentar la cultura del acuerdo, del consenso, y mantener el respeto por esos acuerdos con los cuales nacemos y  convivimos. Las normas legales y sociales nos indican por qué y cómo aceptar ganar, perder, empatar. Esas creencias son formas de vida en comunidad: más que individualismo, ser individual y colectivo. Aprender a convivir  es echar atrás esa mal llamada cultura del desacato, “el desinterés por la cultura del desacato hace parte de la indolencia general” (García, 2009:18), luego, es nuestra tarea hacer que el cumplimiento de las reglas sean parte del diario vivir para ejercitar con confianza las normas de convivencia y ciudadanía reconociendo al otro, comprendiendo al otro, comprendiendo la dinámica de la sociedad.  El mundo cambia y la escuela debe ir al ritmo de la sociedad cambiante; por eso, el ser humano convive con unas normas que debe cumplir por el simple hecho de que el hombre es un ser social. Y la escuela debe generar esa pedagogía, esas orientaciones que guíen, conduzcan el camino del individuo hacia esa aceptación de un mundo global con normas que se deben cumplir no como obediencia ciega, sino como algo indispensable para vivir en familia, para compartir con compañeros, amigos, para ser solidarios, autónomos y colaborativos.

La escuela es por naturaleza el gran escenario para vivenciar la convivencia en todas sus manifestaciones a pesar de que “la convivencia es un hoy un problema de la escuela y también es un problema de la sociedad”( Arístegui, et al. 2004:12).  Es la realidad social del momento y la escuela debe preparar a los jóvenes hacia esa reflexión conversacional, debatible, de las preguntas y respuestas posibles; de esta manera se lograría que las  normas sean asumidas por personas críticas, reflexivas, participativas, creadoras de las  propias normas de convivencia escolar. Dicha pedagogía no consiste en llenar unos cuadernos de reglas legales, sociales y morales para estudiantes sumisos  impartidas por docentes iguales, que ven el mundo de una manera cerrada. Al contrario, será o es una pedagogía dialógica, ejemplarizante y testimonial, concertada, participativa, vivenciada desde el aula, el patio, el recreo, la calle, los espacios públicos y privados, con grupos heterogéneos mediante estrategias como la discusión, la puesta en común, el debate sincero y argumentado, documentado. Por ejemplo, hacer con los estudiantes  ejercicios de gestión, de autoridad, cuando ellos un día asumen la dirección del colegio como si  este fuera una ciudad, cómo en la práctica los educandos conviven  con las normas que ellos mismos han elaborado. Si hay algo muy cuestionado en el medio son los famosos Manuales de Convivencia, pues en su mayoría no han sido concebidos desde la participación y se quedan en derechos y deberes, sanciones y castigos como prevenciones  cuando la mejor prevención es el cumplimiento de normas a partir de experiencias reales, concretas.

¿Qué esperamos de las futuras generaciones? Ciudadanos que harán las grandes reformas sociales teniendo como elemento sustancial el cumplimiento de normas de convivencia. Si todos cumplimos  con la capacidad de discernir  y como sentido común de lo que es bueno y es malo, lo que nos conviene a todos para vivir mejor, el mundo le habrá apuntado a subir los índices de equidad, autoridad, respeto y clima de armonía en una escuela donde todos vivamos felices la misión emancipadora de la educación. Si cumplimos normas, convivimos mejor en un siglo de tantas tormentas sociales, políticas,  que han llegado a la escuela. Que las normas  de vida no se queden en el papel y que sean, más que dogmas, reglas de vida.

Bibliografía

Arístegui, Robert. et al. (2004). Hacia una pedagogía de la convivencia. Organización de Estados Iberoamericanos ( OEI). PDF. Disponible en http:/www.redalyc.org./pdf. Consultado mayo 26 de 2014.

Corzo, Jimmy & Mockus, Antanas (2003), Cumplir para convivir. Factores de convivencia y su relación con normas y acuerdos. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia.

Delors, Jacques, et al.( 1996). La educación encierra un tesoro.
Disponible en: www.unesco.org/education.PDF. Consultado  mayo 20 de 2014.Santillana, Ediciones Unesco.

García, V. Mauricio (2009), Normas de papel. La cultura del incumplimiento de reglas. Bogotá, Siglo del Hombre Editores.

Ruiz, Miguel (2001). Los cuatro acuerdos. Barcelona, Ediciones Urano.