Diario del Profe

Pedagogía y literatura

sábado, diciembre 12, 2009

EL PROFESIONAL DEL SIGLO XXI

Por: Armando Montealegre Aguilar
armando.montealegre@gmail.com
Docente investigador

El profesional del siglo XXI deberá tener un sinnúmero de cualidades acordes con los movimientos y la dinámica que ha dado el mundo. Los tiempos son otros, por tanto, la capacidad de movilidad y adaptabilidad serán constantes que harán parte de los retos para el profesional de la nueva era. Así, por ejemplo, la capacidad que debe desarrollar el individuo frente a los requisitos laborales, las oportunidades de emplearse – tan escasas -, las formas de cómo trabajar en el nuevo milenio, la remuneración, la inserción de la tecnología, entre otros, son algunos de los aspectos de un milenio acelerado y exigente.

Peter Drucker, connotado especialista en management, le plantea al hombre no basar el desempeño en las debilidades y mucho menos en lo que la persona cree que es incapaz de hacer. Es decir, para el ser humano, máxime el profesional del siglo XXI, es imperioso aprender a manejarse así mismo, a partir, fundamentalmente, del reconocimiento e identificación de las fortalezas que posee. ¿Cuáles son mis fortalezas? La respuesta conduce a afianzar al individuo en sus aptitudes con el fin de optimizar los resultados. En otras palabras, una forma de tener claro dominio de la autoestima – lo que es capaz de hacer muy bien - se deduce a partir de autocuestionamientos, como por ejemplo, ¿cómo hago las cosas?, ¿cómo trabajo y cuál es mi relación con los demás?, ¿los que me rodean son optimistas, pesimistas?, ¿tengo un buen nivel de decisión para demostrar que sí puedo con la responsabilidad en el nuevo cargo?

Por otra parte, el nuevo profesional requiere desempeñarse con un alto nivel en lo académico y en lo axiológico. El pregrado es lo mínimo, razón por la cual se exige estar en permanente contacto con nuevos aprendizajes y por supuesto, con novedosas formas de aprender en el menor tiempo posible manifestando a diario loables procesos creativos. Así, dicho profesional debe ser un eficiente comunicador en su lengua materna y por lo menos en una extranjera. También, y muy importante, desarrollar y poner en práctica un alto nivel de lectura y escritura, compartir conocimientos, estar inmerso en la conectividad mediante el uso de las nuevas tecnologías, el habla, la redacción, la escucha,la interpretación crítica de los medios de comunicación, la agilidad para el cálculo matemático, el liderazgo y su interacción con el entorno social y natural – el desarrollo humano integral y sustentable -, la planificación sistemática del diario vivir, la cooperación con los demás, el crecimiento de la personalidad y la actitud investigativa y de búsqueda.

Es preciso recordar de nuevo a Drucker cuando expone cómo aprendemos a hacer las cosas y cita, entre otras, las siguientes, demostrando que no hay una sola: escribiendo, tomando notas, hablando, escuchándose hablar. Lo anterior nos invita a reconocer que el conocimiento hoy es pasajero, aunque está disponible a todo instante, es válido por un tiempo. Entonces, el benchmarking es una necesidad diaria no sólo del individuo como persona sino como ser colectivo, como miembro de una organización, que tenga la fortaleza de asumir una actitud permanente de cambio con metas y objetivos claros para su mejoramiento continuo.

Sin embargo, cuidado, no todo es trabajo. Jefrey J. Fox en Cómo llegar a ser gerente: reglas para ascender a la cima de una organización, enfatiza que, “Su cuerpo le ayudará a hacer dinero, pero, su cuerpo es la residencia de su cerebro. Mientras mejor sea su condición física, mayor será su capacidad de trabajo para realizar un trabajo productivo”. Habla también de disfrutar las vacaciones, leer, caminar, recrearse, hablar con los amigos, hacer deporte, no llevar trabajo para la casa, compartir con la familia, acudir al médico, al odontólogo, tener una vida espiritual acorde con las convicciones. Todo esto hará del profesional del milenio que ya está andando, una persona con calidad de vida.

Sí, la fe y las ideas mueven montañas, pero estas no se mueven solas. Solamente un profesional emprendedor, insaciable por aprender, lleno de utopías, de sueños, que sea capaz de innovar, transformar, puede hacerlo. Y usted es uno de ellos. Hay que buscar muchas alternativas para que el profesional del siglo XXI sea una persona de éxito respondiéndose la pregunta ¿qué hago con lo que aprendo?