Diario del Profe

Pedagogía y literatura

sábado, marzo 28, 2015

¿EN QUÉ MOMENTO SE JODIÓ LA EDUCACIÓN? ¡SOS POR LA ESCUELA!



EN QUÉ MOMENTO SE JODIÓ LA EDUCACIÓN?  ¡SOS POR LA ESCUELA!

Por: Armando Montealegre A.
  




La violencia ha ingresado a las aulas. Lamentablemente el papel de la escuela ha sufrido golpes gigantescos pasando de su esencia, la tarea de educar,  la emancipación del ser humano, a ser un escenario de agresión, conflicto, violencia y violación de los derechos humanos, quizás como un reflejo del acontecer nacional y mundial. Con ello, la calidad educativa, concebida desde múltiples dimensiones, se ha afectado de manera considerable.

Así, a diario se repiten escenas en las que niños maltratados en casa se vuelven maltratadores; niños resentidos en variadas facetas revierten ese resentimiento mezclado con odio,  cizaña y sevicia contra el otro. Hoy, un estudiante, delante del docente desahoga su ira, su agresión, lo que Boris Cyrulnik llama el temperamento mal estructurado, contra quien esté a su lado. No importan las consecuencias. Y si esto lo acompaña con la mentira canalla con tal de salvar el pellejo sosteniéndose en la falacia ante cualquier autoridad, incluso ante las mismas cámaras de seguridad,  más débil es el esfuerzo de la escuela ante tanta maldad.





Docentes amenazados, chantajeados, no sólo de manera personal, con improperios del calibre más bajo tanto por el educando como por el padre de familia, también es común verlo a diario en las redes sociales, un recurso valioso del millonario Zukemberg que de manera desafortunada ha sido negativamente   empleado por gran parte de  la juventud de hoy. Un encuentro deportivo, la disputa por un noviazgo, las tendencias sexuales, el alcohol, la xenofobia, el color de una camiseta deportiva, el lenguaje soez, el vicio del dinero fácil, el mundo de las drogas como medio de expresión de poder de grupos violentos, el irrespeto con los propios padres  a quienes el estudiante delante de quien sea agrede dando señas de que el concepto de familia en esta sociedad está por el suelo, padres agredidos que se vuelven agresores ( “ hay familias donde se sufre más que en los campos de exterminio”, dice Cyrulnik en su libro Los patitos feos);  lo que muestran los medios de comunicación – no esperemos que los medios ni los artistas eduquen: ellos venden -, todo esto llega a la escuela y se convierte en protagonista nefasto para la educación. La búsqueda de metas, sueños no se alcanzan porque no existe el primer impulso: ir a la escuela a aprender a  aprender, aprender  a convivir, a prender a hacer,  y aprender a ser.




Eso es una parte de lo que se experimenta  en las aulas, además de que el año se quiere pasar haciendo cualquier cosa. ¿Qué se puede aprender así? ¿Apología a la mediocridad, al delito? Los protagonistas de la escuela ven a menudo lo que sucede  afuera: irrespeto a la autoridad, daño de los bienes públicos, corrupción que no se castiga, hampones que negocian sus condenas, agresiones verbales entre miembros del establecimiento, borrachos que matan sin piedad, fanatismos terroristas… Lo último: los acusados de delito se van del país  tranquilos.




Es claro: no es lo mismo información que conocimiento; lo primero es inerte, es acumulable y se encuentra en la red, en todas partes, pero el conocimiento es algo humano, conduce a la acción, sólo puede crecer lentamente, dice José Antonio Millán. Y eso es lo que no avanza: lo que se hace con el saber. Luego, el tiempo en el aula el maestro lo gasta atajando problemas convivenciales, de maltrato entre los jóvenes, mirando siempre a la defensiva a qué hora o en qué momento se presenta una agresión que puede nacer con el juego, con el accidente fortuito, con la mirada provocadora y terminar con la violencia o la muerte. Fernando Savater habla del aprender de los otros hombres, de ser enseñado por ellos. Vale preguntarnos, ¿cómo exigir calidad educativa? ¿Qué se puede enseñar y qué se puede aprender y de quién se puede aprender si no se quiere aprender? Ante la avalancha de conflictos que subyacen por la exclusión, la inequidad, la inversión de valores, el Estado  se inventa leyes que cada vez hacen más indefensa la educación y más impune el delito.

No nos digamos mentiras: a pesar de los loables e incansables esfuerzos de los maestros y maestras por sostener, con dedicación y ahínco la formación de una juventud sin control y acompañamiento familiar y de la sociedad, de  la ineficacia de políticas educativas y pedagógicas de Estado ( Día E puede ser un comienzo, pero no como lo plantea de manera mentirosa la señora ministra, obedeciendo órdenes de la OCDE e incumpliendo acuerdos con el magisterio ), pero con el empeño comprometido por  mejorar  la cultura de un país,  la escuela sigue siendo la víctima, la receptora de los males de una sociedad  indiferente, y si no fuera por la educación las cosas estarían peor, sabiendo, en palabras de Nelson Mandela que “ la educación es el arma más poderosa que se puede usar para cambiar el mundo”. 


Entonces, reconociendo que incluso hay deficiencias en algunos docentes – como en cualquier disciplina -
  se debe mantener el papel de la escuela, hacerla sentir, que sea noticia de primera plana demostrándole a los malos que los buenos somos más, y que hay que ejecutar acciones en equipos interdisciplinares que integren a todas las comunidades para que el Estado sienta que quienes educamos queremos un mejor país.





Ejecutemos acciones de denuncia pública ante el mundo -  cacerolazos contra la violencia en la escuela -, de resiliencia, para exigir calidad educativa con participación, vinculación  ejemplarizante del Estado donde el gobierno municipal, departamental, nacional hablen el lenguaje de la armonía, la cordialidad, la tolerancia, la conciliación y reconciliación, la sana convivencia, el cumplimiento de acuerdos con la profesionalización docente  para así lograr la calidad educativa no de números ni de calificaciones sino del respeto por la vida y la dignidad humana. Que los países del mundo se tomen las calles por la defensa de la educación ante tantos hechos atroces y  enlutecedores, especialmente en nuestro país, donde el reflejo  de lo negativo es lo que ha llegado a las aulas.  Calidad  educativa es comprometernos todos.