ACCIONES
DE RESILIENCIA EN LA ESCUELA
Resiliencia es esa fuerza,
actitud, aptitud, capacidad que tiene el ser humano para salir adelante y
superar heridas, dolor, dificultades, el sufrimiento, golpes que da la vida .Es levantarse y
marcarle a la vida un nuevo rumbo al que no se tenía claro cómo llegar, pero que estaba allí a la espera
de la toma de decisiones que abrirían las puertas a un nuevo amanecer. Ejemplos
hay: gente que ha superado el paso por las drogas, la pérdida de un ser
querido, una frustración amorosa, traumas a causa de experiencias negativas que
no tienen explicación por qué tocó vivirlas…pero hay que vivirlas y superarlas.
Dejarlas atrás.
En el caso de la educación, y teniendo como
espejo la crisis mundial de valores, la carencia de principios formadores de
vida, la falta de identidad, originalidad y autoestima de los jóvenes, la
permisividad de los padres de familia, es necesario acudir a acciones de
resiliencia para sacar adelante a muchachos cada día más inseguros, inestables.
Así, por ejemplo, en el aula se trabaja con alumnos víctimas del maltrato
intrafamiliar, desesperanzados de la vida, de la familia, de los amigos, del
país, de la escuela, de su proyecto de vida; estigmatizados, señalados,
marginados socialmente…Son seres que de alguna forma se han sumergido en el río
del fracaso ante lo cual la escuela debe generar acciones para lograr su
emancipación. Ellos son el futuro de la sociedad, de la patria.
“Cuando la familia es un lugar de sufrimiento,
el trabajo de la memoria utiliza el pasado para imprimir en él su imaginario a
fin de hacer soportable la realidad presente”, dice Boris Cyrulnik (2013, p.31).
Más adelante complementa, “No es suficiente dar a luz un niño, además hay que
traerlo al mundo”. Y esta es una dura batalla que se debe dar en la escuela:
padres que maltratan, hijos maltratadores, y crece la espiral y la crisis y
descomposición familiar tiende a ser más fuerte ante las estrategias educativas.
Lo primero por hacer es “El mero hecho de
constatar que es posible salirse nos invita a abordar el problema con otra
perspectiva”, afirma Cyrulnik en su libro Los
patitos feos. Es decir, escuela, padre de familia y estudiante vale que
interioricen una pregunta para el acompañamiento: ¿Y por qué yo no? En otras palabras, si los otros triunfan, salen
adelante, ¿por qué yo no? Si los otros son buenos, muy buenos
académicamente e ingresan a una universidad ¿por qué yo no? Si aquél es el mejor del colegio, del curso, ¿por qué yo no? Esta pregunta como
prolegómenos de acciones de resiliencia invita a la persona a autorreconocerse
como alguien que tiene una misión en esta vida para hacer algo bueno, positivo,
que deje huella.
Además, si alguien le habla al estudiante de
otra manera, con otros tonos, otras intenciones comunicativas matizadas por el
afecto, ello permitirá descubrir algo nuevo en la persona afectada, y así se
contribuye como escuela al autorreconocimiento de la persona como ser social,
histórico, cultural. Es indudable que son muchos los que han quedado allá, en
el fracaso, y es porque han cerrado todas las llaves, especialmente, la toma de
decisiones, la voluntad, como también son cuantiosos los que se han ayudado y
han sido ayudados para encontrar ese camino.
En síntesis, ante el movimiento de
descomposición social que se ha tomado las aulas, la escuela debe, antes de
contratar abogados para que les elaboren los Manuales de Convivencia, hay que
formar en las acciones de resiliencia para contribuir al rescate de jóvenes que
se pierden y se desesperanzan tan temprano por un obstáculo de la vida, y tiran
la toalla sin alcanzar a labrar su propio destino, su proyecto de vida. Por
ahora, los dejo con Los patitos feos
y se darán cuenta de algo: valiosos aquellos docentes, unos vilipendiados, otros alabados, que han aplicados acciones de resiliencia ante
el escepticismo de otros.