Escribir en la Universidad
Si la Universidad no produce escritura es una Universidad muerta; mejor dicho, no existe como tal. La razón es muy sencilla: es el gran escenario de construcciòn, circulación, discusiòn y puesta en pràctica del conocimiento. Y para alcanzar tales propósitos se debe investigar. Luego, para investigar hay que leer y escribir.
La escritura en la Universidad no debe concebirse solamente como la rigurosidad en la elaboración de ensayos, proyectos, monografías, tesis. Es decir, escribir para la clase. Esa es una buena manifestación de la escritura académica que muchas veces es asumida como obligación, compromiso impuesto. Es claro que la escritura en el campus debe ir más allá, ser más viva, constante, espontánea, provocadora, que mueva ideas dentro y fuera de la comunidad académica, que circule en la cafetería, en el prado, por debajo y encima de los escritorios...
Frank Smith dice que escribir es el logro humano más poderoso, por tanto, en la Universidad, así como pasa con la lectura, nunca se deja de aprender a escribir. Esto es, la escritura debe generar nuevos textos, abrir muchas preguntas y una gama de posibilidades de respuestas mediante todas las técnicas que ella requiere para que se convierta en memoria.
Si se trajera del bachillerato la cultura de la escritura como ese proceso de conversar con un autor o varios autores para elaborar un texto, el entrenamiento permanente y sistemático, la mentalidad de escribir para hacer borradores, no habría tanta pereza para hacerlo en la Universidad y por supuesto, desaparecería el vulgar y castigable, seleccionar, copiar y pegar, escribir no produciría pánico, pereza, miedo, ni sería algo obligado. Sería un juego dinámico con el idioma, la cultura, la civilización.Dice Fernando Cruz Kronfly, " ..ya no sabemos leer ni escribir para nuestros problemas y nuestras crisis". He ahí uno de los retos de la escritura en la Universidad.
La escritura en la Universidad no debe concebirse solamente como la rigurosidad en la elaboración de ensayos, proyectos, monografías, tesis. Es decir, escribir para la clase. Esa es una buena manifestación de la escritura académica que muchas veces es asumida como obligación, compromiso impuesto. Es claro que la escritura en el campus debe ir más allá, ser más viva, constante, espontánea, provocadora, que mueva ideas dentro y fuera de la comunidad académica, que circule en la cafetería, en el prado, por debajo y encima de los escritorios...
Frank Smith dice que escribir es el logro humano más poderoso, por tanto, en la Universidad, así como pasa con la lectura, nunca se deja de aprender a escribir. Esto es, la escritura debe generar nuevos textos, abrir muchas preguntas y una gama de posibilidades de respuestas mediante todas las técnicas que ella requiere para que se convierta en memoria.
Si se trajera del bachillerato la cultura de la escritura como ese proceso de conversar con un autor o varios autores para elaborar un texto, el entrenamiento permanente y sistemático, la mentalidad de escribir para hacer borradores, no habría tanta pereza para hacerlo en la Universidad y por supuesto, desaparecería el vulgar y castigable, seleccionar, copiar y pegar, escribir no produciría pánico, pereza, miedo, ni sería algo obligado. Sería un juego dinámico con el idioma, la cultura, la civilización.Dice Fernando Cruz Kronfly, " ..ya no sabemos leer ni escribir para nuestros problemas y nuestras crisis". He ahí uno de los retos de la escritura en la Universidad.